Si hay una cosa que le gusta a cualquier usuario de Internet a la hora de visitar una web es que ésta tenga un diseño claro y atrayente, normalmente con imágenes que, o bien “adornen” el contenido o bien ejerzan un papel informativo para describir los productos que estás ofreciendo a la venta si eres un e-commerce. Pero… ¿qué sucede cuando colgamos imágenes sin ningún tipo de control en nuestros espacios web? No cuidar aspectos tales como que el tamaño y la resolución estén optimizados no implica nada bueno para la salud de tu proyecto.
La inserción de fotografías en tus posts es, en la mayoría de los casos, de vital importancia pero hay diversos factores relativos a ellas que pueden provocar la huída de tus potenciales clientes. Algunas malas prácticas son:
– La mala resolución y el aspecto poco cuidado de las imágenes aportan una estética fea y muy poco profesional.
– La distribución caótica de las fotografías de producto puede descorazonar al cliente para realizar una compra.
– Las imágenes con un peso excesivo y que no han sido correctamente comprimidas ralentizan tanto la carga de una web que el usuario, aburrido, acaba por cerrar la pestaña.
La conclusión rápida a la que podemos llegar es que podemos pagar caro el no dedicarle suficiente tiempo a estos aspectos. Por una parte ponemos en juego la profesionalidad del espacio web y, por la otra, provocamos problemas graves en el SEO, ya que una de las claves del posicionamiento web es que la carga de las páginas sea efectiva y rápida, sin elementos que entorpezcan la visualización.
Si quieres poner todos los medios disponibles a tu alcance para tener más visitas y más posibilidades de obtener conversiones, sea cual sea el dispositivo que el usuario esté utilizando, vas a tener que cuidar la calidad y el peso de las imágenes teniendo en cuenta dos factores.
– Los píxeles: hay que tener en cuenta qué tamaño de largo y ancho de imagen vamos a necesitar para cada espacio. Es muy sencillo: si en un caso en particular (puesto que la relación píxel-cm es variable) 32 píxeles equivalen a un centímetro, y necesitamos una imagen que ocupe unos pocos centímetros… ¿para qué vas a cargar una fotografía de tamaño 4000×2000 px? Procura que el tamaño esté acorde con el espacio que pretendes ocupar.
– La resolución: a mayor número de píxeles por pulgada, mayor calidad de imagen (resolución), pero éste es un factor que a menudo se tiene muy en cuenta a la hora de imprimir imágenes. Por ello, y como nos estamos moviendo en un formato web (no en una editorial con publicaciones impresas) la resolución necesaria será muy inferior, y por lo tanto, el peso de la imagen.
Tener en cuenta estos aspectos logra que una imagen esté optimizada para su inserción en una web: imágenes que van a tener el tamaño y la resolución adecuadas para ser efectivas a nivel visual y estético pero que no lastren la carga de la web.
Hay muchas formas de reducir el tamaño de las imágenes para que éstas se adecuen a tu web; a continuación veremos algunas de ellas.
– Herramientas online de compresión de imágenes: si necesitas comprimir una imagen in situ y no dispones de ningún programa de edición instalado a mano, no hay ningún tipo de problema: muchas webs disponen de herramientas para poder llevar a cabo esta tarea, y de forma gratuita, como por ejemplo PIXRL, Reducirfotos.com o el Image Optimizer.
– Programas de retoque de imágenes: herramientas tan conocidas como Photoshop o Gimp nos son perfectamente útiles para esta función, e incluso podrás usar la opción “guardar para web” que ya está pensada para comprimir sin perder calidad de imagen.
– Plugins web: si utilizas un gestor de contenidos como WordPress observarás que algunos de sus plugins nos permiten optimizar directamente las imágenes para el correcto funcionamiento de la web.
En definitiva, tener todas herramientas en mente así como el formato de las imágenes que estás empleando (JPG, PNG o GIF) te ayudará en la labor de mantener tu web bien optimizada a nivel de imágenes. Recuerda que lo más aconsejable es usar .jpg siempre que puedas, restringir el .png sólo cuando requieras transparencia (como en los logotipos) y limitar el uso de los gifs en función de su peso y calidad de imagen, ya que al contener varias puede suponer un peso excesivo que ralentice tu página.
La inserción de fotografías en tus posts es, en la mayoría de los casos, de vital importancia pero hay diversos factores relativos a ellas que pueden provocar la huída de tus potenciales clientes. Algunas malas prácticas son:
– La mala resolución y el aspecto poco cuidado de las imágenes aportan una estética fea y muy poco profesional.
– La distribución caótica de las fotografías de producto puede descorazonar al cliente para realizar una compra.
– Las imágenes con un peso excesivo y que no han sido correctamente comprimidas ralentizan tanto la carga de una web que el usuario, aburrido, acaba por cerrar la pestaña.
La conclusión rápida a la que podemos llegar es que podemos pagar caro el no dedicarle suficiente tiempo a estos aspectos. Por una parte ponemos en juego la profesionalidad del espacio web y, por la otra, provocamos problemas graves en el SEO, ya que una de las claves del posicionamiento web es que la carga de las páginas sea efectiva y rápida, sin elementos que entorpezcan la visualización.
Si quieres poner todos los medios disponibles a tu alcance para tener más visitas y más posibilidades de obtener conversiones, sea cual sea el dispositivo que el usuario esté utilizando, vas a tener que cuidar la calidad y el peso de las imágenes teniendo en cuenta dos factores.
– Los píxeles: hay que tener en cuenta qué tamaño de largo y ancho de imagen vamos a necesitar para cada espacio. Es muy sencillo: si en un caso en particular (puesto que la relación píxel-cm es variable) 32 píxeles equivalen a un centímetro, y necesitamos una imagen que ocupe unos pocos centímetros… ¿para qué vas a cargar una fotografía de tamaño 4000×2000 px? Procura que el tamaño esté acorde con el espacio que pretendes ocupar.
– La resolución: a mayor número de píxeles por pulgada, mayor calidad de imagen (resolución), pero éste es un factor que a menudo se tiene muy en cuenta a la hora de imprimir imágenes. Por ello, y como nos estamos moviendo en un formato web (no en una editorial con publicaciones impresas) la resolución necesaria será muy inferior, y por lo tanto, el peso de la imagen.
Tener en cuenta estos aspectos logra que una imagen esté optimizada para su inserción en una web: imágenes que van a tener el tamaño y la resolución adecuadas para ser efectivas a nivel visual y estético pero que no lastren la carga de la web.
Hay muchas formas de reducir el tamaño de las imágenes para que éstas se adecuen a tu web; a continuación veremos algunas de ellas.
– Herramientas online de compresión de imágenes: si necesitas comprimir una imagen in situ y no dispones de ningún programa de edición instalado a mano, no hay ningún tipo de problema: muchas webs disponen de herramientas para poder llevar a cabo esta tarea, y de forma gratuita, como por ejemplo PIXRL, Reducirfotos.com o el Image Optimizer.
– Programas de retoque de imágenes: herramientas tan conocidas como Photoshop o Gimp nos son perfectamente útiles para esta función, e incluso podrás usar la opción “guardar para web” que ya está pensada para comprimir sin perder calidad de imagen.
– Plugins web: si utilizas un gestor de contenidos como WordPress observarás que algunos de sus plugins nos permiten optimizar directamente las imágenes para el correcto funcionamiento de la web.
En definitiva, tener todas herramientas en mente así como el formato de las imágenes que estás empleando (JPG, PNG o GIF) te ayudará en la labor de mantener tu web bien optimizada a nivel de imágenes. Recuerda que lo más aconsejable es usar .jpg siempre que puedas, restringir el .png sólo cuando requieras transparencia (como en los logotipos) y limitar el uso de los gifs en función de su peso y calidad de imagen, ya que al contener varias puede suponer un peso excesivo que ralentice tu página.